El rechazo unitotal por parte de los colombianos del esperpento y monstruosa reforma a la Justicia” llevada a cabo por el Poder Legislativo, confirma que la clase política de este país es una cloaca inmunda donde se cocinan asquerosidades execrables. La gente se pregunta: ¿cómo será el futuro de este país con esa pobreza ideológica de los llamados “Padres de la Patria”?
Gracias a la actitud de águila altanera del pueblo, el jefe de Estado no le quedó de otra, que objetar y echar al lastre el nido de “micos” que sus colegas querían poner en marcha.
Tal acción espuria del senado es el error histórico más prominente que evidencia una auténtica declinación de la clase política colombiana. La justicia se quiso condicionar a la acción de los criminales, y se asoció con ideas delincuenciales, donde se quería beneficiar a narcotraficantes y a los grupos ilegales armados de izquierda y de derecha, que disponen de dineros mal adquiridos, pero la inteligente malicia indígena de los colombianos intuyó y fue la que conjuró la letal Reforma.
Y no estaba tan despistada la intuición de los colombianos, porque ya ciertas autoridades éticas en el asunto, han manifestado que en honor a la verdad, esta Reforma sólo beneficiaba a esa clase de grupos, para acrecentar “legalmente” sus actos criminales. ¡Qué mal ejemplo a la niñez y juventudes (futuros ciudadanos)!
Incuestionablemente, la “Reforma a la Justicia” hubiera causado estragos irreparables a nuestra Carta Magna, por lo que ésta se pondría al servicio de la perversidad; es como si un desalmado se hubiera apoderado del timón de una nave aérea para estrellarla contra una escuela de infantes.
El presidente, con este acto abyecto de sus colegas políticos, debe sentir vergüenza por estos hechos nocivos que demuestran hasta dónde pueden llegar ciertos políticos colombianos para satisfacer sus intereses mezquinos y egoístas.
Analizando desastrosa y deshonrosa acción del legislativo, vemos cómo llena de horror a las gentes decentes y a la nueva generación que clama por la verdadera justica, que es encomiable si los fines, estrictamente nacionalistas, abonan los medios para lograrlo.
La indignación que embarga a los colombianos por este acto nocivo del senado contra el pueblo, lo deja mal parado ante el asombro de los jóvenes que lo perciben como una institución plagada de seres con un pensar y sentir monstruoso, patológico; que actúan sin ética ni moral.
Y así en eso nos encontramos: ha descendido la ética, la moral, los valores humanos de los senadores y representantes, esto infunde desconfianza al pueblo ¿qué políticos tenemos para dirigir los destinos de este país? No es posible trazar ante un pueblo engañado la figura de la justicia, cuando las manos de los parlamentarios están manchadas, sucias de asquerosidades.
¿Olvidará el pueblo el atroz crimen que se quiso cometer contra la constitución nacional? No es posible que miles de jóvenes, de campesinos, de obreros en busca de trabajo, de pan, de dinero para que sus familiares sobrevivan encuentren una clase política que labore conforme a unos intereses antinacionalistas y el presidente aparece tomando la situación como un asunto intranscendentemente coloquial… ¿Dónde está la voz del pueblo en el Senado?