jueves, 9 de agosto de 2012

El gobierno tiene la misión de proteger la natalidad



Y persisten las noticias por todos los medios sobre el estado delincuencial en aumento de adolescentes y jóvenes. Existe una investigación de una ONG colombiana que lanza luz en las tin ieblas; las indagaciones comienza a analizar cómo la mujer en pretéritas décadas se entregaba valerosamente a su divina misión de madre; lamentablemente por estos presentes días la dicha del hogar ha sido fracturada por un lado, por el duro batallar de la existencia; y por el otro, la madre fue extraída del hogar y llevada a la oficina, a la fábrica, al almacén y hasta el cuartel. 

¿Y qué ha sucedido con los niños? Ellos que pasaban horas completas jugando y gozando sus primeros años de su existencia con su tierna madrecita, ahora son depositados como “perritos” en casas especiales, donde una madre sustituta, “los cuida mientras su madre trabaja”. Esto significa que ya los niños de esta época de súper civilización moderna, no tienen un lugar donde reciban seguridad y calma; o sea, la desgracia llegó a las puertas del hogar y penetró en él. 

Y para rematar el asunto, el señor padre no gana lo suficiente para sostener su familia; esto se lo debemos a los sueldos de hambre; entonces obliga a la madre a salir también a buscar trabajo para ayudar a su marido. Esta es la infelicidad de estos tristes días de la vida actual. Pero los que sufren las consecuencias de este caos social son los niños, que psicológicamente, se llenan de complejos. 

Ahora sigue el problema social en aumento, porque los niños van creciendo y al llegar a la adolescencia han llegado a esta conclusión: “Mi padre y mi madre salen a trabajar para conseguir dinero; luego entonces, lo que vale en este mundo es el dinero”.

Y también escuchan al rico que pregunta: ¿quién eres tú? ¿Acaso no sabes que el dinero habla por ti: tanto tienes tanto vales? Quevedo decía: “Si no tienes dinero consíguelo trabajando, y si no lo consigues trabajando, siempre consíguelo”. 

Es luego cuando aparecen más adolescentes, más jóvenes ladrones, más viciosos, más prostitución. Desafortunadamente, los gobiernos por estar formados por seres inconscientes, no alcanzan a entender que es urgente y primordial proteger la natalidad. 

Un gobierno decente debe crear, para empezar, a “proteger a los niños, a los adolescentes con un subsidio que abarque alimentación, vestido, educación, salud”, etc. El gobierno debe comprender el dolor del prójimo y prevenir la tragedia familiar. Los gobernantes deben entender que todos vivimos de todos; todos necesitamos de todos; todos somos sirvientes de todos. 

Quién puede negar que la desgracia de cualquier familia humana afecta dentro de su radio de acción a muchas familias, a cientos y a miles de familias. Qué inhumano es el gobierno que no responde ante la corrupción de los jóvenes que atracan, que asesinan, que están sumidos en la más absoluta miseria que hace que reaccionen criminalmente; y sobre la muerte de tantas víctimas de estos jóvenes victimarios, es imposible levantar una nueva generación de seres humanos superior. El error más grave que cometen los gobernantes es darle espalda a la familia cargada de tantos problemas y conflictos…


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