miércoles, 8 de agosto de 2012

La paz que se quiere no está fundamentada en valores éticos


Es bastante curiosa la manera tan irresponsable de cómo los gobernantes y políticos colombianos quieren alcanzar la paz: por compulsión, por leyes, o “marco jurídico”, etc. Se puede, debido al temor, o por razones de interés propio, obedecer regulaciones sobre la paz, pero eso no es paz. Quién anhele la paz, debe estar libre de ideologías, porque la paz no tiene como dueña ninguna ideología. 

La fuerza bruta nunca lo lograría. 

El hombre debe observar por sí mismo la paz, antes de que la paz pueda alcanzarse. Si se pudiera llegar a la paz por la aplicación de una fuerza exterior hace mucho se habría obtenido. Pero la paz es una sustancia íntima que adviene en alguien que ha extirpado por medio de la comprensión creadora los elementos inhumanos que originan la violencia, la guerra, el terrorismo, el odio, la venganza, la explotación del hombre por el hombre, la crueldad, la falta de caridad, el egoísmo, etc., etc. 

Por eso es que no existe fuerza exterior, fuerza beligerante, fuerza expansiva que pueda llevarnos a alcanzar la paz. Todos los auténticos líderes de las verdaderas religiones se refieren a lograr la paz primero que todo en el propio corazón. 

La paz sólo puede alcanzarse cuando se establece en el corazón, tranquilidad; y la tranquilidad se obtiene a través de la encarnación de los valores espirituales como la bondad, la caridad, el altruismo, la generosidad, la veracidad, etc., etc. 

Los jefes de Estado de las últimas décadas y sus fuerzas militares de nuestro país, han pensado que la paz sólo es definitiva con una derrota militar de los grupos armados ilegales. ¿Será ésto una realidad o una mera fantasía de mentes que no tienen claro, qué es la paz? Si se diera una victoria por la fuerza, esto proporcionaría que por un tiempo los propietarios de haciendas y los pequeños y medianos empresarios que han sobrevivido a la ruinosa apertura económica, podrán volver a disfrutar de sus propiedades, y la clase media experimentará la dicha de vivir en Colombia y de viajar por ella, pero habría que ver si la compulsiva acción del gobierno con su aparato armado, permitirían a las comunidades pobres hacer parte de una sociedad solidaria que viva realmente los beneficios de un Estado libre y hacer parte de una verdadera paz; porque si esa sociedad no se fusiona con el todo, tendremos nuevos brotes de insurrección y de violencia mayores que los actuales.

Cuando los ex presidentes y el actual jefe de Estado hablan de paz, podemos notar de manera manifiesta que ellos en sus propósitos, no tiene en cuenta para nada, el sesenta por ciento de la población que está por debajo de la línea de pobreza, ni el noventa por ciento de los procesos judiciales acumulados en los despachos, ni la corrupción de los politicastros, ni el hacinamiento de la población carcelaria, ni el déficit de cupos escolares y la carencia de una educación que dignifique a la comunidad; si estas situaciones no experimentan un cambio, la paz del país en sí misma, no está asegurada, y siempre se tendrá que apelar a la compulsión…

Mientras la clase dirigente política y económica no cambie su mentalidad sobre la realidad de este conflicto que lleva años, y no involucren la situación de los estratos 1 y 2 que no ha mejorado su situación social y económica, la paz que se quiere es una paz fundamentada en valores no éticos ni morales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario