miércoles, 12 de septiembre de 2012

La paz tiene más poder que la guerra



Ha llegado la hora de reflexionar sobre el destino de nuestro país. Cincuenta años de violencia no han resuelto nada. La violencia en estas cinco décadas ha conducido al fracaso a cada uno de los gobernantes que han pasado por la primera magistratura. Necesitamos serenidad, reflexión, comprensión en estos momentos cruciales en que el Presidente de la República ha colocado sobre el tapete de la mesa el tema de la paz.

Un estudio serio sobre Ética y Sociología de nuestro entorno nos lleva a comprender que hay dolor, hay hambre, hay confusión entre los colombianos; pero nada de esto se puede eliminar mediante los procedimientos absurdos de la violencia; quienes quieren la paz de esta nación a base de violencia, de sangre, de masacres, etc., etc., están totalmente equivocados, porque la violencia, sólo engendra más violencia, y el odio más odio. Necesitamos paz, si es que queremos resolver nuestros problemas sociales, económicos… 

“No se deshace la violencia de los “terroristas” a manotazos”: así lo expresó un político estadounidense. Y en verdad, las Fuerzas Armadas colombianas pueden mancharse las manos de sangre aniquilando los ocho, los quince, los veinte mil o más de seres humanos pertenecientes a las guerrillas, más los miles que ellos ocasionarán a la población civil, combatiendo cuerpo a cuerpo por medio de la violencia; pero si no difundimos la verdad sobre la paz, tales aniquilamientos jamás podrán traernos la tranquilidad interna, sino más dolor, más resentimiento, más ganas de “sacarnos el clavo”. Todo cuanto la paz avance, todo eso la violencia habrá de retroceder.

Incuestionablemente, es indispensable poner más atención a la paz porque rechazándola con millones de argumentos razonativos que elaboran sus contradictores, que son pocos, pero como tienen medios que les facilitan lanzar sus ideas medievales, parecen muchos, eso va creando más conflictos y amarguras que se reflejan en nuestra sociedad día a día con violencia, delincuencia, crímenes, prostitución y abuso a menores, drogas y una interminable lista de flagelos.

En realidad de verdad, si hace treinta o cuarenta años hubiésemos creado la paz, ¿existiría acaso la delincuencia en las corporaciones públicas o privadas, existirían las bandas criminales, el paramilitarismo y sus cientos de agregados? Claro que no.

Por eso es imperativo que cada colombiano no se resista más a la paz; sino que la miremos como un el fundamento para lograr un bienestar en lo económico, en lo social, en lo político, en lo religioso, en lo familiar, en lo personal, etc., etc. Practicando la guerra tal como lo hemos hecho durante estos cincuenta últimos años, lo que hemos alcanzado es provocar más odio, más rencor y la situación social del país se ha tornado cada vez peor. Lo que necesitamos en estos instantes es difundir la paz para disipar los odios.

Es doloroso que muchos de los llamados “políticos” tengan tantos intereses mezquinos que no saben comprender realmente lo que es la Paz; no poseen en su interior psicológico la “Cultura de la Paz”; y sólo quieren que nadie se les atraviese en su camino para disfrutar a sus anchas sus satisfacciones beligerantes. Esas gentes estólidas jamás han experimentado la Paz y sólo tienen sobre ésta, opiniones absurdas, ideales medrosos, conceptos equivocados…

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