miércoles, 20 de junio de 2012

La guerra, cuestión de carencia de inteligencia





Las gentes se hacen muchas pre­guntas sobre cómo la humanidad debe contemplar la guerra, y dicen: "¿ Por qué ha de haber guerra? Otras dicen: "¿Acaso Dios desea la guerra? " Y si Dios desea la guerra, ¿cómo puede ser Dios? Muchas personas que toda­vía tienen el libre albedrío de discernir las diferencias en la calidad de las cosas, se sienten abrumadas por los crecientes horrores de la guerra. Pero la gente, en su gran mayoría, parece ser esclava de una especie de fábrica de dolor que se ha extendido sobre la faz de la Tierra, y ven la guerra como un mal necesario para poder combatir, algunos, la insurgencia armada, el terrorismo, la violencia, y otros, como la única manera de extirpar la injusticia social de los plutócratas, etc. Pero por muchas vueltas y justificaciones que se den sobre la guerra, el origen de ésta la venimos a encontrar en el hombre mismo, pues si éste tuviera un estado superior de inteligencia, sería capaz de poner término a esos horrores innecesarios; pero esto es algo difícil, porque debido a la mecani­cidad de la forma de pensar y sentir de la humanidad, no puede llegar a ese punto superior, y así se deja ir cuesta abajo tomando el camino de la barbarie,


¿Es el hombre Inteligente? ¿Ser inteligente es igual a ser intelectual? Existen grandes intelectuales, brillan­tisimos por cierto, sin embargo son asesinos, ladrones, violentos, explotadores, etc. Un hombre intelectual puede apelar a una guerra y tomarla como excusa para combatir cualquier motivo que él considere justo; pero el hombre inteligente jamás tomaría como estrategia una guerra para com­batir la maldad venga de donde ven­ga. ¿ Es la conciencia del hombre civilizado igual a la conciencia del hombre bárbaro, de aquel que le gusta la guerra, el terrorismo, como medio para resolver los conflictos? ¿Qué grados de conciencia tiene el hombre barba­ro? Los hechos son hechos y ante los hechos tenemos que rendirnos, y es­tos demuestran que la conciencia del hombre civilizado es superior a la del hombre bárbaro, guerrerista. De tal manera que el hombre bárbaro, incul­to, aunque a veces sea un intelectual chispeante jefe de gobierno, cuando sobreviene la guerra se desprende de la Ínfima cantidad de conciencia que normalmente posee. De hecho, los pocos grados de conciencia del hom­bre bárbaro son la causa causorum para que se torne completamente de­mente, pero ignora que ignora su demencia. ¿ Un loco sabe que está loco?


El bárbaro, al contrario del civiliza­do, no usa la inteligencia, la concien­cia, pero si llegara a utilizarla, por muy ínfima que fuese ésta, seria suficiente para detener la barbarie, la guerra. Lamentablemente, los bárbaros han inventado el dogma de la guerra pre­ventiva, ofensiva, defensiva, como único modo para prevenir, combatir o defenderse de los terroristas; claro, como no poseen inteligencia para re­solver la lacra, el flagelo del terrorismo de izquierda o de derecha, entonces toman el rumbo de la brutalidad, que es el camino de la disminución de la conciencia, o sea, las gentes violen­tas se han desprendido de su con­ciencia a la cual tienen derecho.

La violencia irracional de los terro­ristas y de los que combaten el torro­rismo, es en realidad una lucha entre aquellos que creen que el hombre fue hecho para la guerra y los que creen que la guerra fue hecha para el hom­bre. Pero si la conciencia o la inteli­gencia pudiera actuar, la guerra cesa­ría. Desde luego, la guerra es la maní­festaclón espectacular de la brutali­dad. Si no damos valor a la inteligen­cia, el sentido común dice que se precipita la violencia en el ser huma­no, Es muy fácil perder la inteligencia cuando no se valora o cuando se confunde con la sagacidad o astucia de la barbarie: ¿Quién no ha escuchado el elogio de la "inteligencia de X terrorista después de un macabro y cobarde atentado, así mismo de la tan elevada conciencia de un jefe de Estado porque ha pedido, por ejemplo, al Legislativo que infle el presupuesto nacional para aumentar en miles y miles los miembros de las fuerzas armadas, o para comprar armas mor­tifieras, o cosas por el estilo?

¿Cómo valorar la conciencia? Lo que tiene valorar para la civilización es inútil para la barbarie. De la valoración de la conciencia o de la inteligen­cia, que es lo mismo, depende de la capacidad de derrotar la guerra. Los que han hecho estudios comparativos de religiones saben muy bien, que éstas poseen como principal postulado este enunciado: "Sólo con el des­pertar de la conciencia (inteligencia) se puede alcanzar la paz", La con­ciencia es fuente de amor. la barbarie se alimenta con el odio. Pero el violen­to, si es terrorista o insurgente, tiene el falso sentimiento que quien no apoya su barbarie, es "obietivo militar". y si este es un Jefe de gobierno, es "traidor a la patria". Así es como el bruto, la bestia humana, irracional, le envían este mensaje al hombre civilizado. "O vas a la guerra o vas a la guerra, no tienes otra alternativa". Pero lo más doloroso de esta situación que está acaeciendo en los actuales momen­tos que todos conociéramos como la etapa superior de desarrollo humano, es que estos brutos salvajes, ya como jefes de Estado con el uniforme de civilizados o como asesinos instinti­vos terroristas, se sienten genios, y hasta sus secuaces asi los ven y elogian; confunden su intelectualidad con la inteligencia de la cual carecen...

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