viernes, 15 de junio de 2012

LA NIÑEZ DESAMPARADA


Las investigaciones que solicita la Procuraduría General de la Nación para indagar las posibles irregularidades en los contratos suscritos por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), es el preámbulo del  destape de otra cloaca repugnante que ahoga a este país desfalcado por los politicastros que elecciones tras elecciones suben al tope de la escalera y se hacen sentir como raponeros de los dineros del hambriento y sufrido pueblo colombiano.
        
 Al ICBF, en verdad, en sí mismo, no lo podemos considerar como un Instituto idóneo para la protección integral de la familia, por lo que no da lugar al nombre que esgrime. Parece que este organismo, y eso es lo que quiere  saber la Procuraduría, se ha convertido en otro nido de corrupción, que en vez  de trabajar a favor de los millones de niños desamparados, proveyéndolos de alimentos y vestidos decentes, se encuentra ahora “ad portas” de una investigación dentro de su propio interior. ¿Cuál es el presupuesto del ICBF? ¿De qué  forma se distribuye en los municipios del país? Eso es indispensable que el pueblo conozca debido a la trascendencia del Instituto, pues de él depende el bienestar integral de la infancia.
         
El Instituto necesita  “multiplicar hasta el infinito” centros de orientación nutricional y luche tenazmente emprendiendo una gran labor para salvar al niño que deambula por las calles de la explotación laboral, de la drogadicción, del alcoholismo, de convertirse en un delincuente en todos los sentidos, de ser violado sexualmente, de degenerarse por la infrasexualidad, etc.
         
El ICBF no debe de ninguna manera ignorar que por las calles de las principales ciudades  del territorio  colombiano vagan miles de niños desamparados, huérfanos, incluso, indefensos completamente, violándoseles sus más elementales derechos, mendigando una limosna para comer y durmiendo a la intemperie, soportando con la indiferencia de la sociedad, el frío, la lluvia y las más inclementes vejaciones y humillaciones.
         
En algunos lugares, la labor del Instituto  se ha limitado a atender a unos cuantos niños que están en las escuelas, pero son muchísimos los millones de niños que no van a la escuela, que no pueden ir, ya porque sus padres no pueden mandarlos, o porque no quieren dejarlos ir. En todo el país la población escolar es muy reducida en relación con la cantidad  de niños que éste tiene.
         
Millones de padres de familia no mandan a los niños a la escuela debido a que ni siquiera la familia tiene donde dormir; por las calles vagan millones de hombres y mujeres que se encuentran en la indigencia y no pueden enviar a sus hijos a los Institutos Educativos por varios factores: hambre, desamparo total, desmoralización debido al desplazamiento, necesidad de mendigar con los niños para conseguir qué comer, necesidad de que los niños trabajen en algo para no morir de hambre ellos o su familia, etc.
         
Se necesita un ICBF que proteja de manera íntegra a la familia desvalida en todos y cada uno de sus aspectos. No es justo que la protección se extienda sólo a una clase de niños; el Instituto debe considerar el amparo a toda la población infantil; por lo que se hace cardinal que su presupuesto sea bien poderoso, muy abultado e higiénicamente administrado; claro que para eso es inevitable que sus directores tengan su mente y su corazón henchidos de verdaderos valores  espirituales, pues la sociedad no debe seguir cometiendo el crimen abyecto y miserable de abandonar a sus niños. Los criminales que de una y otra forma roban el dinero al ICBF cometen un delito de lesa humanidad, un genocidio que debe ser castigado con la máxima condena.
         
¿Es el  Instituto Colombiano de Bienestar  Familiar (ICBF) un ente idóneo que satisface las necesidades vitales más urgentes de la infancia? Son miles los niños que en este país han muerto en el más absoluto desamparo soportando con heroísmo hambre, frío y desnudez… ¿Y  dónde  está el ICBF? ¿Acaso no es un crimen de la más alta gravedad que por las lujosas calzadas de las grandes ciudades de este país vaguen semidesnudos ,hambrientos, miserables miles de niños, muchas veces perseguidos por los gendarmes que quieren llevarlos a la cárcel por un delito que no han cometido? Los colombianos necesitamos de manera inaplazable un verdadero Instituto Nacional de Protección a la Infancia, para  que los niños de este país, sean amparados de manera íntegra en el sentido más completo de la palabra.
         
El niño huérfano e indefenso no necesita albergues para “perros”; lo que necesita esta clase  de infantes son hogares colectivos, bellos hogares donde sean atendidos con todo lujo de detalles. El ICBF debe tener como acción vital la fundación de lujosos  hogares colectivos; auténticos hogares modelos llenos de belleza, ternura, elegancia…
        
Es un crimen de la peor calaña humillar a los niños desamparados encerrándolos como presos en inmundos asilos; en vez de este despropósito, podrían tener un bello porvenir en los hogares colectivos, allí tomarían orientación por sabios  psicólogos, y cada niño después de un kínder alegre en el  hogar colectivo pasaría a la escuela y demás  grados, para que se preparen a ocupar su puesto en la vida,  de acuerdo con su  aptitudes vocacionales y con el apoyo absoluto del ICBF. Algunos de esos niños vendrían a ser  médicos, abogados, ingenieros, profesores, artesanos,  obreros del hierro, albañiles, etc., cada cual según sus aptitudes.
         
En este país que se considera democrático, el ICBF debe ser un Instituto poderoso, humanista, versado, dirigido por seres con altos valores éticos de bondad, altruismo y compasión; seres comprensivos que caigan en cuenta que el porvenir de este país está en sus niños,  y si estos son abandonados por el Estado, ¿cuál puede ser el porvenir que le espera a Colombia? ¿Pueden estos niños sentirse colombianos cuando tienen privaciones, miseria,  escasez,  y que vagan por las calles mendingando?
         
El  pueblo le confiere el poder al Estado y éste debe proteger al pueblo. Los niños desamparados son del pueblo y el Estado debe cumplir con su deber protegiéndolos dignamente. El gobierno, a través del ICBF, debe establecer por doquiera bellos hogares colectivos, preciosas salas de maternidad y toda clase de servicios médicos.
         
Muchas madres que  por tales o cuales motivos que están en la miseria regalan a sus hijos; estas madres no pueden criarlos por cualquier circunstancia, siendo la más común, carencia de medios económicos;  pero en los hogares colectivos estos niños podrán ser levantados con dignidad, belleza, cariño y decoro.
         
Los infantes en los hogares colectivos  no serían considerados huérfanos, sino hijos de la patria. Todo infante levantado entre flores,  buena música, buenos maestros y maestras, nobles  doctores y cariñosas enfermeras,  de hecho recibirán magníficos principios que  los convertirían en ciudadanos ejemplares.
         
El ICBF tiene por delante una maravillosa labor por realizar. El gobierno actual debe empezar esta tarea;  ya ésto eso perentorio e ineludible...
         
El Gobierno carece de caridad y cualquier  cuestión que da para favorecer a la infancia se llega a sentir inmensamente satisfecho de su gran caridad Pero en verdad no existe compasión para los infelices niños que huérfanos deambulan hambrientos y desnudos por las calles. Para ellos no hay lujosos colegios, ni bellos vestidos. En verdad la crueldad que cada ser humano lleva dentro, se expresa fuera como falta de legítima  caridad para los desamparados.
         
El individuo es cruel y malvado, y así es la sociedad que él mismo ha creado. Se necesitan grupos de damas y caballeros verdaderamente caritativos que se asocien para brindar a estos niños pobres, elegantes y bellos hogares infantiles, hermosos colegios y resplandecientes comedores. Es obvio que esto sería un hecho si cada dama o caballero se haga consciente de su propia crueldad; sólo cuando se comprenda que somos egoístas y crueles, desaparecerá la crueldad en forma clara y espontánea algo nuevo: Ese algo es la verdadera caridad consciente.
        
 Se necesita con suprema urgencia un gobierno auténticamente caritativo, democrático que trabaje por la niñez  desamparada y afligida. Sólo así es posible que el gobernante, el ICBF brinde a estos pobres niños pan, abrigo y refugio. Estos bellos niños son también seres humanos. Ellos no son menos que nadie, son tan humanos como los niños rico, son tan hermosos como los hermosísimos niños elegantes. Tienen los mismos derechos de los ricos y la sociedad debe reconocerles sus derechos.
         
La crueldad para con  estos niños no admite justificación. Al respecto, ¿qué  hacen  los devotos de todas las religiones, los hermanos de todas las Escuelas, Órdenes, Logias y Sociedades Esotéricas? ¿Porqué no toman la iniciativa y se asocian para resolver este problema de la infancia desamparada? ¿Cuándo vamos a practicar la caridad enseñada por lo Maestros y Sacerdotes de todos los tiempos? En verdad las palabras que se dijeron entre el arrullo de las palomas bajo los sagrados pórticos de todos los templos, deben ahora convertirse en realidad concreta.
         
El POSCLA asegura que la caridad consciente es el bálsamo milagroso que puede consolar nuestro adolorido corazón. ¡Cuán doloroso es ver a los niños pobres, sucios, miserables y descalzos andando por los lujosos calles de las metrópolis¡ Se necesita de manera impostergable que los miembros de todas las religiones, los devotos de todas las sectas, los obreros de todas las fábricas, la gente de todas las industrias, se asocien y trabajen por estos infelices.
         
El Gobierno colombiano que presume de ser civilizado y dizque muy cristiano, abandona a los niños y los deja vagar por las calles hambrientos y desamparados. ¡Cuán lejos  está  el ICBF de haber entendido al Cristo cuando dijo: “Dejad que vengan los niños a mí porque de ellos es el reino de los cielos”! ¡Cuán lejos se encuentra la sociedad colombiana de comprender lo que significa realmente ser cristiano! Ha llegado la hora de realizar urgentemente el Cristianismo Socialista

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